Sala XVII: José María Fernández I. Óleos y pasteles

Sala XVII: José María Fernández. Óleo y pastel

José María Fernández Rodríguez (1881-1947) nació en la calle Estepa de Antequera, dentro de una familia acomodada que tenía un negocio de ferretería. Se formó como pintor en Málaga con Joaquín Martínez de la Vega y viajó de joven por diferentes capitales europeas donde fue adquiriendo una extraordinaria cultura artística. Al margen de su faceta como investigador en materias de arte e historia, en las que hizo aportaciones fundamentales para el conocimiento del Patrimonio Histórico de Antequera, su producción pictórica fue muy abundante y de una gran calidad. Destacó como un magnífico dibujante, a lápiz y pastel, si bien también manejó los pinceles con bastante soltura en sus cuadros al óleo.
La amplia colección de sus obras que conserva el museo proceden de la donación que hizo el artista a la ciudad de Antequera en su testamento. Para los títulos hemos seguido los propuestos por Belén Ruiz en sus estudios sobre el autor.

Se inicia el recorrido por su obra con dos espléndidas obras al pastel: Autorretrato joven y Retrato de la madre. A continuación cuelgan de las paredes una serie de retratos del resto de los miembros de su familia, en este caso al óleo, como son Autorretrato en el estudio, Dolores con muñeco chino, Retrato de Rosario con flores, Dolores con lazo negro sobre fondo rojo, Pepe sobre fondo rojo, o Pepe con abrigo y sombrero. Cierta desazón nos produce el doble Retrato de Rosario con abanico sobre fondo caldera o sobre fondo azul, como si en el primero de ellos quisiera representar a la esposa con toda su vitalidad y en el segundo con los efectos de la tuberculosis. En todos ellos Fernández muestra una gran corrección en el dibujo, que ajusta al máximo, y una gama cromática de gran riqueza. Su pincelada suelta y sus fondos inacabados cuando se trata de apuntes del natural para retratos de mayor formato nos hablan de su maestría.

En el amplio apartado dedicado a los retratos dibujados al pastel la figura femenina de su mujer se vuelve mucho más idealizada, con unos trazos rápidos y sueltos que buscan un efecto de vaporosidad colorista. Diríamos que aquí no importa tanto el parecido del personaje como la sublimación del mismo. En los retratos al pastelde sus hijos Emilio, Pepe y Dolores vuelve al dibujo ajustado y a la preocupación por el parecido. Se incluyen también en este ámbito temas mitológico s y de carnaval al óleo y al pastel, muy en la línea de los gustos y tendencias de la época.

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