Sala XVI: Pintura y escultura de los siglos XIX y XX

Sala XVI: Pintura y escultura de los siglos XIX y primera mitad del XX

El siglo XIX, sobre todo a partir de la invasión francesa y aun más tras la Desamortización eclesiástica de Mendizábal, marcó un importante giro en cuanto a los encargos recibidos por los artistas. La temática religiosa pierde fuelle, aunque sin terminar de desaparecer, y la fuerte irrupción de la nueva burguesía termina demandando unos temas menos trascendentes: retratos, paisajes, bodegones, pintura costumbrista y de Historia, etc. Se trata de una producción artística pensada para la decoración moderna de los salones de las grandes casas, creyéndose, al menos en el caso de Antequera, que las iglesias y conventos ya estaban abundantemente decorados con obras de arte sacro de épocas pasadas, que les eran más propias. En el caso de la pintura, cuando de obras de temática religiosa se refiere a 10 largo del siglo XIX, se optó por copiar los modelos del Barroco con mayor o menor imaginación compositiva, destacando el éxito de los neomurillescos.

Comenzamos la visita a la sala contemplando los retratos al óleo de dos significativos personajes de la Antequera de finales del siglo XVIII, don Vicente Pareja Obregón, conde de la Camorra, y el canónigo de la Colegiata de San Sebastián don Antonio del Rosal (1780), a manera de tránsito hacia el siglo XIX. Completa el panel una litografía con una Vista de Antequera desde la Moraleda, que apareció publicada en Londres el año 1853 en la obra de Lady Louisa Tenison titulada ‘Castile and Andalucia’.

En el muro frontal a la puerta de acceso cuelga una obra del pintor sevillano Antonio María Esquivel (1806-1857) fechada en 1839 y en la que se representa el retrato del personaje antequerano Juan Perea Béjar. Este óleo sobre lienzo, que
adquirió el Ayuntamiento en el año 2002, es todo un estudio psicológico del burgués antequerano. Este, fabricante textil y de curtidos y mediano propietario, aparece plácidamente sentado en un sillón de su casa y mirando fijamente al espectador. La cartela del ángulo superior derecho encierra un texto que es en sí todo un discurso de orgullo de clase: «Juan Perea, natural y vecino de Antequera. Lo dedica a sus hijos exhortándolos a que sigan sus huellas de su constante laboriosidad y honradez».

Fronteros a la anterior obra podemos contemplar otros dos retratos al óleo de significados personajes antequeranos de la época: José Carda Cainza, padre del famoso alcalde Francisco Guerrero Muñoz, firmado en 1871 por Domingo Garda Díaz; y Vicente Robledo Checa, tío del político antequerano Francisco Romero Robledo, firmado en 1895 por P. Ortega.

A continuación vemos un lienzo fechado en 1885 del pintor de Churriana (Málaga) Eduardo Lucas Moreno titulado La Peña de los Enamorados. Esta obra, que es copia de un original de Serafín Martínez del Rincón, sitúa a los dos personajes de la leyenda (el cristiano y la mora) en el momento de lanzarse al vado desde lo alto de la roca. A su lado hay dos grabados de idéntico tema: uno anónimo alemán del siglo XVI en el que los amantes aparecen en caída volandera y otro del francés Alexandre de Laborde 1773- 1842), de hacia 1809, en el que se ve la totalidad de la Peña y los amantes ya muertos junto al cauce del río Guadalhorce.

Siguiendo el testero encontramos una serie de obras, en diferentes materiales y técnicas, referidas al político antequerano Francisco Romero Robledo (1838-1906). Este importante personaje de la vida política española de la Restauración llegó a ocupar los más variados cargos públicos, a través de las diferentes formaciones políticas a las que perteneció a lo largo de su carrera, entre ellos subsecretario, ministro y presidente del Congreso de los Diputados. Encima de una consola dorada de época alfonsina podemos ver un retrato al óleo de Francisco Romero Robledo, firmado en 1878 por Domingo Garda Díaz. También se exponen una serie de litografías, algunas extraídas de periódicos de la época, un busto en terracota también de Garda Díaz, yel importan- te retrato firmado en 1904 por Ignacio Pinazo Camarlench (1849-1916), réplica realizada por el mismo pintor de los existentes en el Senado y en la Diputación Provincial de Málaga. También hace alusión a este personaje el proyecto a lápiz del Monumento a Romero Robledo, firmado en 1900 por Antonio Casasola (1873-1903), que finalmente no se materializó.

En el testero de enfrente vemos los retratos de Francisco Fernández del Pino, conde de Pinofiel, Y de Francisco Delgado, ambos del primer tercio del siglo XIX. A continuación un curioso óleo, de apariencia casi naif, en el que se relata la Consagración de la desaparecida capilla de San Salvador, en 1880.

Del escultor antequerano Francisco Palma García (1887-1938) son los bustos en escayola de José Ovelar y Cid, firmado en 1908, y del que fue alcalde durante el Sexenio Revolucionario (1868-1874) Francisco Joaquín de Aguilar, en 1909. Estas dos esculturas posiblemente fueron encargadas por el Ayuntamiento a instancia de Francisco Ovelar y Cid, padre del primero de ellos que murió siendo estudiante en Granada, pensando en llevar a cabo sendos monumentos públicos. De fecha más tardía y del mismo autor es el busto, también en escayola, del pintor José María Fernández.

El retrato en bronce del propio Francisco Palma García está firmado por su hijo Mario Palma Burgos. Es asimismo muy interesante la escultura de un busto de medio cuerpo, realizado en mármol blanco hacia 1934 por el escultor malagueño Adrián Risueño Gallardo (1896-1966), que representa a José Romero Ramos, primer presidente del Consejo de Administración de la Caja de Ahorros de Antequera. Junto a esta obra nos sorprende un dibujo a lápiz de 1930 original de Daniel V ázquez Díaz, preparatorio de los frescos de La Rábida (Huelva), que es retrato del poeta nicaragüense Rubén Darío y que perteneció a la colección particular de José María Fernández.

El óleo Muchacho al sol, del antequerano Francisco de Paula Carda Talavera y el dibujo al pastel de 1897 firmado y dedicado por el pintor malagueño Joaquín Martínez de la Vega (1846- 1905) que es retrato de su alumno José María Fernández, nos introduce en la amplia sección dedicada a este artista.

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