Sala XII: Iconografía de las devociones del Barroco

Sala XII: Iconografías de las devociones del Barroco

La sacralización de la vida durante los siglos del Barroco, hasta en los detalles más cotidianos, trajo la proliferación de los simulacros en soporte de dos dimensiones (óleos y grabados) de aquellas imágenes de mayor devoción, que se veneraban en los distintos templos antequeranos, con el fin de extender su culto al ámbito doméstico. Es lo que se conocía como el ‘verdadero retrato’ de una imagen muy concreta reproducida en el lienzo o en el papel, algo que hoy denominaríamos como ‘marketing’ promocional.

Una significativa colección de ‘verdaderos retratos’ se ha reunido en esta sala, destacando los realizados al óleo sobre lienzo. Entre ellos el Jesús del Consuelo del convento de las Carmelitas Descalzas de Belén (hoy de monjas clarisas), que representa la escultura de bulto redondo de José de Mora a la que una Santa Teresa ‘real’ le ofrece su corazón. De tamaño mucho menor, y algo mutilado en su franja inferior, es el cuadro trasunto del Cristo del Mayor Dolor, obra del escultor Andrés de Carvajal muy venerado en la Colegiata de San Sebastián, que parte del grabado realizado en 1775 por el gran burilísta español Manuel Salvador Cannona.

En la pared del fondo de la sala, jalonando la ventana desde la que se puede ver la escalera barroca del palacio de Nájera, se encuentran dos lienzos en los que se representan las dos mayores devociones marianas de los siglos XVII-XIX en Antequera: la Virgen del Rosario del convento de Santo Domingo y la Virgen del Socorro de la iglesia del Colegio de frailes terceros franciscanos de Santa María de Jesús (Portichuelo). Muy interesante es la colección de grabados y litografías de temática devocional-local. Las imágenes representadas son la Virgen de los Remedios, la Virgen del Rosario, la Virgen de Monte agudo , la Virgen de la Salud, el Cristo del Mayor Dolor, la Virgen de la Paz, el Cristo de la Salud y de las Aguas y Santa Eufemia.

Las dos esculturas presentes en la sala hacen referencia al gran impulso que tuvo el culto a las devociones de la Inmaculada y de San José durante los siglos del Barroco. La talla de la Inmaculada del dragón, de tamaño menor que académico, de estirpe sevillana y obra de mediados del siglo XVII, aparece embarazada, pisando la media luna y apoyándose sobre el monstruo. El San José con el Niño Jesús es una escultura de comienzos del siglo XVIII y obra de algún autor anónimo antequerano.

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