El periodo denominado Prehistoria se caracteriza por la inexistencia de la escritura, es por ello que para conocer los modos de vida prehistóricos sea fundamental la observación de los restos arqueológicos de las construcciones de entonces y los datos aportados por los estudios de las diferentes culturas materiales.
El paso del ser humano por las tierras de Antequera está constatado en dos períodos fundamentales: el Paleolítico y el Neolítico, y prueba de ello son los útiles que se exponen en las vitrinas de esta sala. El paso de la recolección a la agricultura, de la caza a la ganadería, trajo consigo un cambio en los modos de vida neolíticos que se tradujo en la especialización de los distintos útiles y objetos de uso cotidiano, tanto líticos como cerámicos: variadas lascas, diversos recipientes y hasta un molino podemos contemplar en las vitrinas de esta sala procedentes de los cercanos yacimientos, como el del Torcal de Antequera y Sierra de Chimeneas, cuya cronología puede extenderse desde el 4500 al 1600 antes de nuestra Era.
Posteriormente, el uso de los metales dio paso a un cambio cualitativo de las sociedades del Neolítico final, desarrollándose la llamada “Cultura del Vaso Campaniforme” de gran difusión, y destacando el fenómeno de la arquitectura megalítica: grandes construcciones relacionadas con los enterramientos y diversas tipologías de tumbas, como la Galería dolménica del Dolmen de Menga, cuya maqueta podemos contemplar , apreciando los distintos compartimentos de este claro ejemplo de cámara funeraria precedida de atrio y corredor.
Finalmente, antes de abandonar esta sala, merece la pena que el visitante repare en la curiosidad que genera este ídolo del Bronce final con forma de violín realizado en piedra calcárea, en cuyos extremos representa el sexo masculino y femenino respectivamente. Sin duda, su significado está relacionado con el culto a la fecundidad ,tan propio de las culturas prehistóricas.